19 dic 2014

Viejas batallas





Sobre La poesía en el país de los monólogos paralelos (Ensayos sobre poesía argentina contemporánea), Pablo Anadón, Editorial Brujas, Córdoba, 2014.

           
            Una década y media después, la llamadaPoesía de los 90, ese fenómeno que no es sólo literario sino también social, continúa siendo en gran parte un enigma. Más allá de algunos planteos teóricos, como los de Anahí Mallol y Tamara Katmenzain, desde lo lingüístico, desde su particular uso de la tradición, desde su ruptura con el pasado, el movimiento, si es que puede llamarse así, es una liebre siempre inquieta. Un estudio serio sobre el tema debería incluir la forma en que se vestían esos poetas, la clase social de la que provenían, los tonos que adoptaban al leer en público, la cantidad de lecturas por fin de semana, las drogas que consumían y la indignación, indiferencia o inexplicable placer que provocaban los cuadros con algodoncitos de Fernanda Laguna.
Es también el resultado de la proliferación de tecnologías que permitían que cualquier persona con una computadora pudiera diseñar, maquetar, imprimir y distribuir a mano sus pequeños libros. La proliferación, por lo tanto, de pequeñas editoriales, con editores que también eran autores, debería ser un ítem importante en esa especie de estallido social, sobre todo de las más importantes como Vox, Siesta y especialmente Eloísa Cartonera. Comandada por Cucurto, esta última era algo más que una editorial: no sólo publicaba lo que debía leerse en ese momento, lo nuevo, lo peligroso; no sólo incluía en su catálogo a algunos faros de la generación, como Aira y Fogwill, sino que era además un proyecto social, que reflejaba las condiciones objetivas del país en ese momento.
Basta hojear algunos de los libros de esas editoriales, entre otras, para descubrir que por último la llamada Poesía de los 90, considerada en bloque, es mucho más diversa de lo que nos quieren hacer creer. ¿Qué puntos de contacto podría haber entre Puctum de Martín Gambarotta con Putina de Gabriela Bejerman, entre los poemas de Juan Desiderio y los de Silvio Mattoni? Sus búsquedas son tan disímiles que lo único que los une, estaríamos tentados de decir, es haberlas emprendido en los mismos años. Se procede entonces a una simplificación, a un nivelar para abajo, considerando que todo lo que se escribía en esa época era descuidado, espontáneo, más acorde a la oralidad, lleno de referencias pop y sin el aura del verdadero arte, si es que tal cosa existe.
Contra tal clase de estereotipo está escrito La poesía en el país de los monólogos paralelos (Ensayos sobre poesía argentina contemporánea)de Pablo Anadón, recientemente publicado por Editorial Brujas.Dividido en tres partes, el libro se toma ciento veintidós páginas para describir (con espanto) lo que considera las últimas tendencias de la poesía argentina, y contraponerlo a un cannon personal en la segunda parte en el que figuran autores como Enrique Banchs, Borges o Wilcok. Una tercera parte, menos ruidosa, navega sobre las plácidas aguas del problema de la traducción en la poesía.
Verdadero militante de una poesía a la que considera “verdadera”, el autor no duda en arrojar flecha tras flecha contra la Poesía de los 90 considerada en bloque: el estereotipo descripto más arriba. El problema es que la elusiva liebre del problema es corrida por derecha en estas páginas, precisamente lo que necesita para volverse atractiva.
Lo que a Anadón le molesta, lo que descubre con horror apenas llegado de su estancia en Italia, son las características liberadoras de esta poesía en un sentido casi sexual de la palabra: 1. Su interés periodístico por el presente, por la cotidianeidad, por su espacio inmediato; 2. El uso del verso libre, un verso casi prosaico que es leído precisamente como prosa; 3. Su transparencia, su referencialidad y la ausencia casi total de recursos poéticos. Todas las características que sacaron en ese momento a la poesía de un lugar inaccesible y la volvieron por todos y para todos.
Pero en el fondo lo que más molesta a Anadón, lo que lleva a citar con una mezcla de furia y placer, poemas o fragmentos de poemas de Alejandro Rubio, una de sus víctimas preferidas, es la supuesta trivialidad de esta clase de poemas: su capacidad de hablar de cosas pequeñas que no fueran pasadas previamente por el tamiz del pensamiento. Por supuesto que también se rescatan algunos poetas, pero son siempre los que buscan su acento en el pasado y la tradición: Carlos Schilling, Pedro Mairal o el hermano de Anadón: Esteban Nicotra. La antología Monstruos, curada por Arturo Carrera, y que incluía a una gran parte del establisment literario de la época, es destrozada en bloque, cuando sus autores son, vistos desde cerca, bastante disímiles entre sí.
Estas consideraciones se oponen, como queda muy claro, no sólo a la poesía del presente sino al presente mismo. Los mass media, las redes sociales, la hiperconectividad (el mundo contemporáneo, para abreviar) son los entes malignos que volverán superficial cualquier manifestación artística de por sí, sin probabilidad de error. Gran parte de la indignación del libro proviene del problema de la función social del poeta, que para Anadón debería ser la de “un loser que reivindicaba su condición de exiliado interno”, como si todo poeta no fuera definitivamente un exiliado, como si toda la poesía no fuera una actividad minoritaria y algo heroica.
Hay, por último, una arista geográfica del problema: se evidencia especialmente en la polémica que Anadón establece con el Diario de Poesía, por las repercusiones de un artículo de su autoría aparecido Fénix, su propia revista. El razonamiento sería el siguiente: Diario de Poesía representa una tradición poética alejada de la verdadera lírica, yo critico a los poetas de esa tradición, y sin embargo no hay nada que quiera más que estar en el Diario de Poesía: hay algo ahí del mismo orden que lleva a muchos supuestos militantes del interior a querer figurar con desesperación en Buenos Aires, criticando a los que figuran porque, básicamente, no son ellos.
La estela que ha dejado tras de sí la Poesía de los 90 es larga. Basta leer 30.30, poesía argentina del siglo XXI, publicada por la Editorial Municipal de Rosario, que abarca 30 poetas menores de 30 años de todo el país, para comprender que muchas de sus estéticas continúan abrevando, sino en la renovación que significó aquel movimiento, en una cierta actitud de los poetas.
Batallas como las de este libro, entre lo viejo y lo nuevo, o lo verdadero y lo falso, se han librado desde que el arte es tal, y podrían llevarnos a considerar a la poesía fuera de su aspecto formal, de los recursos que utiliza o de la clase de verso que ejercita. La poesía es, más que nada, un efecto en el lector: el de conmoverlo, el de iluminar una parte del mundo o la experiencia antes vedados, y para eso cualquier instrumento es válido, sea o no estudiado en la universidad.


27 abr 2014

Hola, soy Idelsa, la asistenta personal del señor Luciano Lamberti. Mido 2 metros, peso 147 kilos, mis abuelos vinieron de Alemania. De ahora en más yo voy a hacerme cargo de sus redes, y de su vida toda. El señor Lamberti no tiene tiempo para nada porque está escribiendo todo el día, así que no lo molesten. Saludos.

5 mar 2014

Queridos amigos de la internet: les recuerdo que el próximo martes 11 a las 18 hs en el hermoso Museo de la Mujer largamos el taller de escritura creativa temporada 2014. Es un taller inicial para escribir a partir de consignas y conocer escritores nuevos o raros, o repasar los clásicos de siempre. No se lo pierdan, sé de que les hablo, de mi taller salieron escritores, buenos lectores e incluso parejas que se mantienen hasta la actualidad, con hijos y todo. Los interesados pueden escribirme inbox o a lucianojlamberti@gmail.com Besos y lluvia de estrellas para todos y todas.

24 feb 2014




Corrección online, cuentos, fragmentos de novela.
Coordina: Luciano Lamberti.
Informes: lucianojlamberti@gmail.com