2 may 2011

El desierto y su resina - por Carlos Godoy


Literatura cordobesa contemporánea. Recientemente tres escritores venidos del mismo lugar fueron recibidos por la crítica como los abanderados del “escribir bien”. Desde entonces todos se preguntan: ¿Qué mierda pasa en Córdoba? Trataremos de develar el misterio.

Ayer

La fiesta Kirchnerista

El año 2006 fue un año especial para la literatura argentina. No porque se haya publicado algún libro en especial, ni porque la crítica literaria diga que este año tenga alguna particularidad hilarante dentro del campo. Lo que pasó en el 2006 fue que se consolidó el mundo Blogger como espacio de producción, intercambio y ante todo de legitimidad. Si bien desde principios de la década pasada muchos escritores ya tenían un blog personal a modo de bitácora, herramienta de discusión o difusión de obra; este año es en el que todo tipo de gente vinculada a las letras le asigna un uso masivo y técnicamente literario. Como grupo social se hacen llamar “Bloggers” y forman parte de una comunidad urbana que se junta en fiestas, lecturas, asados, para beber y discutir temas trascendentales para la teoría de la red, el open source y el futuro de la literatura y el libro a partir de la revolución tecnológica. Práctica nada distante a la de los Floggers en el Abasto. El resultado de este movimiento es la tremenda cantidad de publicaciones independientes o corporativas, de textos escritos en primera persona que suponen la revelación de un mundo interior personal como gesto novedoso, profundo y político.

Bien. Este es el marco del que voy a partir para tratar de entender a los escritores Luciano Lamberti, Federico Falco y Carlos Busqued, como los propagadores de ese calificativo tan significativo para personas como su servidor: lo cordobés.

El eco

La vanguardia cultural y artística cordobesa es un eco tardío de lo que sucede en Capital Federal. Por eso cuando en el 2006 el blog estaba en la cresta de la ola a Córdoba recién llegaba. Y a demás como un subproducto digerido.

En ese momento lo que se podría llamar campo literario de la joven literatura cordobesa estaba más o menos conformado del siguiente modo. Se podían ver claramente tres grupos, con los matices correspondientes en el interior de cada uno. El primer grupo corresponde a los académicos. Escritores que tenían cargos universitarios y escribían de vez en cuando alguna reseñita en el, ahora muerto, suplemento de cultura del diario La Voz del Interior. Acá encontramos a escritores que se ubicaban bajo el ala de Oscar del Barco y que creen que la literatura para ser literatura debe ser algo difícil de escribir, difícil de entender y difícil de venderse. Algunos dentro de este grupo pueden ser Silvio Mattoni, Carlos Schilling y Hernán Arias, entre otros.

El segundo grupo es el de los que formaban (y forman) parte de este diario como periodistas estables. Y que eran los más visibles y por lo tanto los que tenían más presencia como fomentadores de lecturas y como generadores de contenido. En este sentido, eran los candidatos fuertes a futuros grandes escritores representantes de la ciudad del cuarteto en los sellos multinacionales. Estoy hablando de Emanuel Rodríguez o Flavio Lo Presti, obvio, entre otros.

Y en último lugar el grupo de los escritores nucleados en la editorial La creciente dirigida por Luciano Lamberti y Alejandra Baldovín que eran tildados, ya en ese momento, de “porteños” porque planteaban una estética definida hacia la literatura producida en Capital Federal durante la década de los noventa, tanto desde la narrativa como de la poesía. De este grupo se puede nombrar a Luciano Lamberti y a Federico Falco.

Dentro del esquema había algunas excepciones como Busqued que escribía desde la oscuridad de su blog y repartía en lecturas y muestras un fanzine llamado La gentileza del Kursk o como Playo que hacia una revista, llevaba un blog y publicaba unos cuentos polémicos (por no decir pedorrísimos) para los jóvenes católicos cordobeses que año tras año lo convertían en el libro más vendido de la feria del libro local. O como Sergio Gaiteri que, vinculado a un sector periférico de la universidad (porque él también estudió letras), iba generando una obra no muy visible. También, me veo en la obligación de nombrar a algunos sectores que agitaban libros como la editorial Llanto de Mudo de Diego Cortés o los pibes de Pan comido y pará de contar.

Bien, este es el panorama del año 2006 cuando todos estos sectores se inician, de forma masiva, al consumo, intercambio y producción de contenido para la blogósfera. Vuelvo a repetir, algunos tienen blogs desde un par de años antes y otros al día de hoy no saben lo que significa. Pero a partir este gesto viral e interactivo surge la primera interacción fuerte entre la literatura joven porteña y la literatura joven cordobesa. Los escritores Juan Terranova y Pedro Mairal, ambos compañeros de Federico Falco y Hernán Arias en La Joven Guardia, empezaron a seguir y a leer algunos blogs cordobeses y así fue como se estableció un vínculo que decantó en un Match Interprovincial entre Capital Federal y Córdoba Capital con tres fechas en el que el seleccionado de Córdoba se impuso cómodamente ante el porteño.

Este mapeo general de las zonas en las que operaban algunos focos de la literatura emergente cordobesa, previsiblemente, tuvo su continuidad. Al día de hoy podemos analizar el resultado de la directriz de su desplazamiento. A excepción del grupo de los periodistas que formaban parte del staff del suplemento cultural del diario local que curiosamente no produjeron obra.

Hoy

Con el sacudón que Bajo este sol tremendo de Carlos Busqued (Anagrama 2009), generó en el campo literario porteño, llegaron dos libros más La hora de los monos de Federico Falco (Emece 2010) y El asesino de Chanchos de Luciano Lamberti (Tamarisco 2010) que desviaron la atención hacia la literatura que se está escribiendo en la Ciudad de Córdoba.

Lo siguiente es una lista, una enumeración, de los escritores cordobeses que en la actualidad tienen una producción resistente que les permite situarse entre los más destacados de las letras cordobesas.

Radio

El 2008 salió en un par de diarios que un argentino, llamado Carlos Busqued, estaba entre los diez finalistas del prestigioso Premio Herralde. Como nadie lo conocía, en las fiestas bloggers (que para entonces estaban mutando como tribu en freelancers) nadie hablaba del tema. Y meses más tarde cuando llegó la edición argentina a las librerías de Palermo todos fueron a comprarlo con el seño fruncido de la duda, que se terminó de disipar, no con la lectura de la novela, sino cuando la crítica en los suplementos culturales fue unánimemente favorable.

Busqued fue durante quince años estudiante crónico de la UTN de Córdoba antes de ser ingeniero metalúrgico. Quizás ese vínculo prematuro es el que hoy lo mantiene unido a esa institución. Allí fue director de la Radio UTN durante la última mitad de la década del noventa, y podría decirse que por esa formación es más hombre de radio que ingeniero e incluso que escritor. Hizo una incursión por la carrera de letras cuando pesaba unos 80 kilos más que ahora y algunos estudiantes que lo vieron por los pasillos de Casa verde, dicen que usaba una gorra negra que tenía la leyenda: El suicidio es una opción.

Fue un lector voraz de comics undergound americanos, documentales, asesinos en serie, pornografía, sectas suicidas, extraterrestres y fundamentalmente la colección Anagrama. Ahora solo mira tv y navega en la red. Tiene un solo libro publicado que hace un tiempo me mandó por mail para que le diera mi opinión. Inmediatamente después me mandó otro mail diciéndome que no lo leyera bajo ningún punto de vista. Y después, un día, me pasó un original impreso y me dijo que iba a probar mandarlo al premio Herralde. Y que como no le daban las páginas para el mínimo reglamentado agrandó el interlineado y los márgenes. Ni bien terminé de leerla le mandé un mail y le dije que se la vendía. Que le hacía de agente. Trataba de colocarla en alguna editorial y me quedaba con un 15, 20 por ciento. Mi pensamiento fue el siguiente: el editor que lee esto y no la quiere publicar es el rey de los boludos. Y bueno, hubo varios, pero claro que no los voy a nombrar.

Para algunos editores de prestigio como Damián Ríos, Bajo este sol tremendo, una novela que narra en clave apocalíptica el viaje iniciático de un outsider desde Córdoba a Lapachito, vuelve insignificantes los últimos diez años de producción narrativa nacional.

El anfitrión

Dudo que algún escritor cordobés no haya ido alguna vez a cenar a casa de Falco. Yo, por mi parte, abusé de ese beneficio. Dudo mucho, también, que algún escritor no le haya pedido prestado un libro, beneficio del que también me aproveché.

Falco, a diferencia de Busqued, no apareció de la nada. Porque pese a sus 33 años, ya tiene una trayectoria como escritor. Creo que es la única persona que conozco que le gusta ser escritor. Y de hecho ahora esta viviendo en New York haciendo una maestría en escritura creativa. Fogwill me dijo una vez que íbamos en su auto a comprar unos libros escolares para sus hijos: “¿Qué le pasa? Se cree que es escritor ¿No?” Falco es un escritor serio, potente. Con una prosa muy refinada y legible. Desde que fue convocado por Maximiliano Tomas para La joven guardia, la primera de una larga serie de antologías de narradores emergentes, y la escena porteña lo descubrió, no ha dejado de maravillarse con su prosa y con su presencia. Es como una eminencia. Cuando entra a un lugar se siente un refrescante aroma a pino.

Su primer libro fue 222 patitos (La creciente 2004) y su segundo 00(Alción 2004). El primero es un libro de cuentos con oscuridad adolescente escrito para los amigos durante unas vacaciones, el segundo es un libro escrito, corregido, analizado y trabajado para la crítica durante más tiempo que unas vacaciones. La densidad entre uno y otro es bien distinta. En ambos la cosmovisión es pueblerina. Historias de la pampa, aventuras de niños, un muchacho de pueblo en la ciudad. Su servidor, si tiene que elegir entre los dos, se queda con el primero. Su tercer libro apareció el año pasado La hora de los monos (Emece 2010) donde leemos un Falco cosmopolita que se aleja un poco del relato regionalista e indaga otros espacios mas urbano-burgueses y escribe cuentos cercanos a la perfección.

El hijo del carnicero

Luciano Lamberti nació en San Francisco, al Sur de la provincia de Córdoba en el seno de una familia clasemediera, pero de pueblo. Eso implica una fuerte moral religiosa, afición a la caza con perdigón. Fue boy scout y cantó canciones en misa con su guitarra. Su padre es el Juanchi, el carnicero del pueblo. Cuando terminó la secundaria viajó a Córdoba Capital para ser durante un poco más de diez años estudiante crónico de letras.

En el año 2003 fundó la editorial La Creciente que, como todas las editoriales independientes, publicó a jóvenes o desconocidos o outsiders que no consiguen ser publicados en editoriales grandes. Acá es donde Lamberti, en el 2005, sacó su primer libro Sueños de siesta. Una serie de micro relatos titulados con códigos numéricos centrados en describir una zona inhóspita de la realidad humana. Autistas que ven el futuro, niños que matan a sus mascotas, hombres encapuchados, lugares donde las cosas cambian ligeramente de lugar.

El año pasado publicó su segundo libro El asesino de chanchos por la editorial Tamarisco y fue recibido por la crítica como un libro sensacional. Acá los personajes y sus historias están más humanizados. Esa línea de extrañeza que se veía en Sueños de siesta se corrió un poco más para el lado de la empatía. Los personajes son más desarrollados y políticos y los relatos surcan con humor y fatalidad situaciones difíciles de comprender.

Así como Falco es el que alcanza lecturas a los entusiastas, Luciano Lamberti es el que les enseña a escribir. Sus largos años dando taller literario lo convirtieron en un fabricante de autores. Hay en la ciudad un gran número de jóvenes escritores que producen desde una tradición, llamemos, lambertiana.

El hombre que pinta

Es el favorito de Maxi Tomas. Se cuenta que en los inicios del suplemento cultural del Diario Perfil Tomas lo quería si o si en su redacción, pero como estaba lejos, en Córdoba, finalmente puso a Terranova como reemplazante. La humilde opinión de su servidor es que Terranova fue el mejor columnista que pasó por ese suplemento. El hombre en cuestión es Hernán Arias. También se dice que la tapa del libro de cuentos que va a sacar Tomas, que hace rato se viene postergando y esperemos que esta situación se prolongue indefinidamente, es de una pintura de este escritor cordobés radicado en Buenos Aires. Porque Arias finalmente se vino a Buenos Aires y Arias, en realidad, no escribe: pinta.

Arias, como ya se dijo antes, se acomoda bajo la tradición cordobesa propagada por Oscar del Barco y Cuqui Oviedo de una literatura académica, dura, pensante, sin dejar de ser regionalista. En su haber tiene dos libros Los invitados (Alción 2004) y La sed (Alción 2005) el primero de relatos, el segundo una novela que se desarrolla en su pueblo natal: San Francisco y narra una sucesión de hechos como escusa para describir la llanura pampeana desde la perspectiva de un niño. La prosa de Arias es una prosa muy refinada, por momentos compleja, que arrastra una literatura regionalista intelectual. Su servidor piensa que Patricio Pron y Hernán Arias son los dos herederos de esas zonas de intelectualidad que desarrolla en su obra el viejo J.J. Saer.

Así como es el niño mimado de Tomas (director del suplemento cultural del Diario Perfil) también lo es de Gazzera (con el que actualmente trabaja actualizándole el catálogo de la editorial Eduvim) y Schilling los críticos culturales que se encargaron de asignarle la posición que ocupa hoy en el codiciado panteón de los grandes jóvenes escritores cordobeses.

Actualmente Arias escribe en el suplemento cultural del diario Perfil y dirige la colección Temporal de la editorial villamariense Eduvim. Pero, cuando esta solo en su casa pinta.

El sodero

Una vez Lamberti me llevó a visitar a un escritor del que no había leído nada. Su nombre es Sergio Gaiteri. Curiosamente era muy cerca de la de casa mis padres en barrio Alberdi, quedaba cruzando el puente Santa Fe, en Providencia. Nos recibió muy amablemente y nos hizo subir al piso superior que era dónde él vivía con su mujer a la que llamaba “flaco”. En el camino vimos unos tanques de metal y preguntamos qué eran. Nos respondió que servían para hacer soda. Y ahí mismo conectó y rellenó un sifón vacío y lo subió para acompañar las pizzas que estaba cocinando. Arriba nos mostró una colección descomunal de cds y dvds grabados y después nos puso en la tv un recial completo de Franco Battiato.

Ese es Sergio Gaiteri. Así es Sergio Gaiteri. Tiene publicado hasta el momento dos libros de cuentos Los días del Padre (Del Boulevard 2006) yCertificado de Convivencia (Recovecos 2008), una novela Nivel Medio(Raíz de dos 2010) que tuvo menciones en varios concursos y una nuvelleLa moza (Eduvim 2010). Esa encantadora personalidad de Gaiteri es la que constituye su desbordante narrativa. Si Arias es el Saer cordobés, Gaiteri es el Carver. La literatura cordobesa tiene una obsesión con el minimalismo carveriano y a todos los escritores se les puede ver algo de esto. Pero ninguno recrea esa estilística como Gaiteri. Tampoco ninguno llega indagar tan profundamente en el ser cordobés y en la particularidad narrativa de sus relatos populares.

Los dos cowboys del best seller cordobés

El campo de la literatura cordobesa también da para los best sellers. Tenemos dos representantes del género.

Carlos Schilling quien fue el director del suplemento cultural del diario la voz del interior, especialista en poemas endecasílabos con los que cosechó premios en Europa y autor de novelas conceptuales (como Diana y Nadiaque empieza como termina y termina como empieza en alusión al eterno retorno y a la cinta de Moebius decontructivista) ahora, ya a una edad madura, escribe best sellers, pero best sellers cordobeses. Su novela Mujeres que no me amaron (El emporio 2007) fue un éxito en las librerías.

Pero si tenemos que hablar escritores de best sellers el personaje obligado es Jorge Cuadrado. Sus libros se venden como si hablara de exactamente los temas que los cordobeses quieren leer. Repasemos un poco su historia. Cuadrado es, desde hace más de diez años, un conductor de tv local. Pasó por varios canales y finalmente sentó bases en la banqueta del noticiero del canal 12 que es la repetidora del 13 de Capital. Después de haber ganado un premio por un cuento en Zaragoza y de participar algunas de esas antologías anuales de autores cordobeses, publica un libroRomagosa. Una historia imperfecta (El emporio 2006) y ese mismo año es elegido como el libro del año. Ya con más de cinco ediciones de éste publica uno nuevo Un país para César Ferri (Raíz de dos 2008), pero ya, conociendo como funciona el mercado editorial y el porcentaje destinado a los autores, en su propia editorial, cuyo nombre es: Raíz de dos. El año pasado en su flamante sello sacó a circulación La mona (Raiz de dos 2010) que es una biografía del cantante popular cordobés Carlitos La mona Jiménez y que desde entonces todo cordobés de pura cepa lleva bajo el brazo.

Las nuevas voces

Continuando con la dinámica del eco tardío a córdoba también llegaron las antologías de jóvenes escritores. Hay dos. Es lo que hay (Babel 2009), 10 bajistas (Eduvim 2009). De ambas antologías su servidor solo va a rescatar a dos autores que, ya tienen un libro publicado. En este caso es difícil proponer un esquema de organización estética porque, justamente, estos nuevos autores, por suerte, están planteando un nuevo campo de interacción. Pablo Natale con su libro de cuentos Un oso polar (Recovecos 2008) se convirtió en la sensación de la nueva literatura cordobesa. Cuentos adolescentes bien escritos que tocan permanentemente el tópico familiar.

Fabio Martínez, oriundo de Tartagal, residente en Córdoba, publicó el año pasado Despiértenme cuando sea de noche (Nudista 2010). Un libro noble, sincero. Martínez es un claro lambertiano. A diferencia de Natale, escribe con salvajismo, sin técnica, ni delicadeza. Pero deja en su prosa un conmovedor retrato de Alberdi, sus comercios y su subsistencia.

Hipótesis

Llegó la hora de tratar de entender por qué se da este fenómeno que desde Córdoba nacen nuevos escritores benéficos para la crítica. Y por qué la atención radica solo en Falco, Lamberti y en Busqued, teniendo en cuenta el mapeo de autores anterior.

Hipótesis uno: Empatía

Después de la aparición de Falco en la antología La Joven Guardiaalgunos escritores cordobeses, vía blog, empezaron a dialogar y discutir con la literatura porteña. De este modo fue como empezaron a aparecer algunas coincidencias a nivel estético. La explicación es simple. Escritores como Falco y Lamberti escribían pensando en Buenos Aires. A su vez se formaron leyendo a Buenos Aires, fundamentalmente la poesía de los noventa y lo publicado por la editorial Interzona. Eso los llevó a insertarse en el campo porteño, a diferencia de los demás escritores cordobeses que tienen un horizonte diferente, con diferentes espacios de discusión e interacción. El caso de Busqued y el de Arias son distintos. Busqued porque publicó en Anagrama, Arias porque es amigo de Tomas.

Hipótesis dos: el fokin realismo

La literatura cordobesa o regionalista siempre fue leída desde el realismo. Actualmente todos los escritores cordobeses escriben cuentos o novelas realistas. Hay una tradición desarrollada en esa estilística. Entonces, tanto escritores que hayan ido a talleres literarios como los que leyeron a los que escribían en su zona, ya sean contemporáneos o generacionalmente más viejos, siempre se toparon de un modo u otro con el realismo.

Este tipo de producción es escasa en Capital Federal. Entonces es natural que vean a algunos escritores mediterráneos como una novedad representativa del federalismo. El realismo siempre vuelve. Ahora ¿Por qué Falco, Lamberti, Busqued y Arias? Probablemente porque, de todos los nombrados anteriormente, sean los que escriben mejor o porque (ver hipótesis tres)

Hipótesis tres: rosca

Si, la energía que mueve al campo literario. La rosca. A excepción de Busqued que responde prácticamente, a lo que se podría llamar, un milagro. Se puede decir que los otros tres, a diferencia de toda la otra manada de escritores cordobeses, son los que tienen más “amigos” y “contactos” en Capital Federal. Esto puede ser por varios motivos: porque escriben bien, porque son piolas, porque vinieron muchas veces a Buenos Aires o porque, simplemente, como la mayoría de los autores posicionados, fueron lo suficientemente insistentes.

Hipotesis cuatro: la literatura cordobesa no existe

El periodismo es un recorte. Seguro faltan nombres. Su ausencia se debe a una toma de posición. Seguramente algunos de los nombrados son tratados mejor que otros. También responde a una toma de posición. La idea es hacer una rápida reseña histórica y una visión panorámica del fenómeno, con la idea de que: a) los que se sientan marginados cuenten su versión y b) si realmente existe la literatura cordobesa sus nuevos representantes la reconstruyan.

Publicado en Revista Crisis N4

4 comentarios:

Mariela Laudecina dijo...

Carlos, creo que Lamberti, Falco, Gaiteri no escribieron mirando a Buenos Aires. Son tipos que escriben de manera impecable y lo que hicieron fue "moverse bien", es decir: a través de los blogs como decís vos y a través de amigos bonaerenses, que cuando los leyeron se dieron cuenta de que eran escritores power y los fueron recomendando. Cuando alguien quiere que lo conozcan un poco más allá de su provincia y escribe bien o más que bien, en algún momento lo consigue. Me alegro por mis amigos. un abrazo.
Mariela desde Córdoba.

Diego Monsalvo dijo...

Querido Godoy, me da mucha alegría leer tus líneas, la verdad que en Córdoba hay una movida poética que no se interrumpe desde las primeras publicaciones de editorial "La creciente", desde aquellos talleres que dirigiste junto a Lamberti y Falco. Cuando leo a estos muchachos, sucede algo sugerido que se produce entre el lector y el texto, (justo en el centro del cerebro);lo cual da placer, habla de poesía y los convierte en lo que son. Ellos hacen tan accesible esa sensación sugerida, que al completarla cuando los leemos, perdura aún después que cerramos el libro. Estos pibes sacudieron el mantel repleto con las hojas de siempre, se sentaron a escribir historias que parece (acaban de ver),y lo cuentan como un secreto. Esta presencia fue una trompada poética necesaria para definir nuestra fuerza como un vehículo para llegar a otros lugares, estimulando a los que ven a la poesía como el lenguaje indispensable. Hoy tenemos una mirada que hace foco y construye una literatura que viene creciendo desde el trabajo de los talleres, de las lecturas y clínicas,del intercambio de poetas de otras provincias (que he tenido el gusto de organizar junto a otros escritores). Falco Y Lamberti junto a Gaitieri, entre otros claro, sobresalieron tal vez por muchas razones que mencionas, pero rescato que han utilizado, insisto, un lenguaje tan accesible e interesante,que desde una humildad revolucionaria traspasaron lo conocido. También hay que saber moverse y ganarse el lugar con el esfuerzo propio en el momento indicado. Siento que estos escritores le dan a nuestra literatura algo diferente, producto de saber elegir con talento como van a decir, eso que tienen para contar.

Te espero por acá en las próximas lecturas y jugamos un gran asado de arco a arco.Abrazo grande.

Diego Monsalvo.

Anónimo dijo...

ademas de este grupo de amigos que se elogian unos con otros, hay otros escritores muy buenos,que han publicado y que no.habria que indagar sobre ellos que tambien hacen a la literatura de cordoba

Arata dijo...

Barcelona Nº 212 dixit: "Juan Terranova es el Jacobo Winograd de los escritores argentinos".